Una mañana de julio, un grupo de Educadores del Colegio de Apoquindo, fuimos acogidos en la casa de las Hermanas de la Compañía de María en Puente Alto, Santiago de Chile. Las hermanas Ana María y Laura nos invitaron a despojarnos y sentirnos cómodos, para hacer nuestra experiencia hacia la Interioridad: vivir el silencio, la contemplación de las cosas sencillas, una mirada hacia nuestro ser…
La interioridad, ese espacio a conquistar que nos pertenece a cada uno y que muchas veces no lo visualizamos. Escuchamos la importancia de profundizar en nuestro interior para favorecer un encuentro profundo con la presencia de Dios. Evocamos nuestra infancia, nuestras historias personales y familiares tan escondidas en nuestro corazón. La interioridad es la capacidad de reconocerse desde dentro y de relacionarse desde lo auténtico para poder encontrar un equilibrio personal. Esto, además, repercute positivamente en los demás, en el entorno y en la sociedad. Educar la interioridad es hablar de sentimientos, de búsqueda de lo esencial que da sentido al ser humano.
Al final del día cada uno regresó a su hogar de una manera distinta a la que salió en la mañana. A partir de esa experiencia personal y grupal, la vida se observa de manera diferente y nuestra vocación de educadores se extiende más allá de las aulas.