Desde la Casa de Hermanas Mayores, Mendoza-Argentina, en esta situación de coronavirus recreamos la frase de la canción de Diego Torres “pintarse la cara color esperanza”. Empezamos a dialogar y la frase fue recobrando vida, y nos contamos hermosas experiencias que daban cuenta de ese sentido.
Buscamos cómo y dónde volcarlas… y cada una se puso en la tarea de imaginar su paisaje interior y en cómo pintarlo: líneas, formas, colores… Así, poco a poco, fue surgiendo la obra de cada una.
Nos compartíamos lo que habíamos imaginado, luego se dibujaba, después se pintaba la tabla de madera en color blanco, y al final se iba poniendo color, al dibujo y a nuestro paisaje interior. Cada una se ha expresado según su estilo, su experiencia, y en la medida de sus posibilidades. Y allí donde sólo había manchas deformes ¡surgió una obra de arte! Al final le dábamos unos retoques a través de una ayuda oportuna, que precisaba unos detalles para resaltar la idea interior que se transmitía con palabras y se delineaba con pincel y pintura.
Entre todas disfrutamos, nos reímos, nos criticamos, nos animamos y nos dimos cuenta que a través de la pintura se transforma nuestro interior en algo nuevo. Y dimos gracias por esta crisis que potencia nuestro pozo espiritual, y que hemos intentado plasmar en estas pinturas, las que sintetizamos en esta frase de la canción de Marcela: “Quiero que mi casa no sea mía que digamos juntos: ella es nuestra; que esté pintada del color de la alegría…”. ¡Y deseamos que muchas se animen a expresarse a través del arte!