En Cochabamba-Bolivia, después de la pandemia, vimos con pena y preocupación cuánto afectó el encierro, la falta de relación con sus pares, soportar el estrés de la familia por falta de trabajo, dinero, etc. Nos pareció conveniente y necesario trabajar con nuestros chicos sus emociones a través de talleres.
El cultivar buenas emociones se asemeja a cultivar las plantitas del huerto, tienes dos preocupaciones: la primera, si todo lo que haces hará que tu semilla sea fuerte y resistente ante la adversidad; la segunda, si tu semilla está por secarse y no es fuerte y segura para continuar.
En ambos casos el elemento principal es darle las herramientas necesarias para seguir. Las emociones son tan importantes como el agua en las plantas, ellas hacen que brote todo lo mejor para crecer, sin el control y manejo de estas seríamos personas sin rumbo, sin objetivos. No solo es creer sino también hacer, hacer que los niños y jóvenes se sientan seguros y confiados en que sus decisiones y acciones son las adecuadas.
Si en el proceso de formación llegan a tener sentimientos y emociones negativos es necesario abonar con amor, paciencia, empatía, y ayudarlos para su autodescubrimiento, ayudarlos a crecer.
El trabajo que se realiza es integral e individualizado. Se han realizado talleres y actividades que complementan el trabajo en aulas de apoyo (teatro, ludoteca y manualidades). Los talleres son continuos y dinámicos.