Juana de Lestonnac era consciente de que el perfil de la Religiosa educadora que la Compañía necesitaba para la delicada misión de educar, de ayudar a otros a crecer y a encontrar el norte de su vida, no se puede dar por supuesto, es preciso lograrlo a través de un proceso de formación en el que la persona misma, aunque acompañada por otros, es agente responsable de este proceso. Por esto daba instrucciones muy concretas a quienes debían formar y acompañar, instrucciones que eran el fruto de su larga experiencia de vida.
El interés por la formación integral de religiosas y laicos, que llevan adelante la misión educativa de la Compañía de María en las diferentes plataformas y proyectos, ha sido una constante a lo largo de nuestra historia. Cada contexto ha ido dando respuesta a este desafío de acuerdo con sus posibilidades, a la vez que se han realizado diferentes encuentros por zonas y a nivel universal que han favorecido la interrelación y han sido ayuda para consensuar criterios, generar líneas comunes de actuación e ir tomando cada vez mayor conciencia de la riqueza que entraña el ser Compañía Universal.
En el año 2007, con motivo del Cuarto Centenario de la presencia de la Compañía de María en el mundo, esta conciencia de universalidad se acrecentó aún más, y el deseo de potenciarla para el bien de la misión suscitó la propuesta de “poner en marcha un centro de formación e investigación, a nivel internacional, que posibilite la formación sistemática y la actualización de laicos y religiosas en la pedagogía de la Compañía de María y en la espiritualidad que la sustenta, y a la vez genere interés por avanzar en el estudio de las nuevas pedagogías que están dando respuesta a las necesidades del mundo de hoy”. Dos años después, el XVI Capítulo General, celebrado en Roma, señaló como uno de sus compromisos prioritarios: “Estructurar un plan de formación y profundización para laicos y religiosas en la identidad, espiritualidad y proyecto educativo de la Compañía de María, que nos ayude a vivir el Carisma, a potenciar la comunión, el sentido de pertenencia y la misión compartida”.
Como respuesta a estas decisiones, conscientes de la importancia de esta formación específica para que el Proyecto de Juana de Lestonnac siga vivo y pueda recrearse en cada momento histórico, después de varios años de trabajo, el Proyecto Burdeos ha puesto a disposición de las Provincias el PLAN DE FORMACIÓN UNIVERSAL: “Mantener la llama…compartir el don”.
El Plan se sustenta sobre tres ejes relacionados entre sí: integración personal, experiencia de Dios y compromiso con la transformación de la historia. Todo ello atravesado por un modo particular de concebir la persona, la vivencia del evangelio y el compromiso apostólico: el estilo de Juana de Lestonnac, la espiritualidad y la pedagogía de la Compañía de María.
Los contenidos están divididos en tres núcleos: SER PERSONAS, SER CON OTROS, SER CON OTROS Y PARA OTROS. Cada núcleo contiene diferentes temas, acompañados de una guía para la reflexión, asimilación y apropiación.
Los materiales propuestos están pensados para ser trabajados durante tres años, un núcleo por año. Se sugiere una metodología de trabajo con énfasis en la reflexión personal que incluye, en algunos momentos, espacios para el encuentro y el compartir. Teniendo en cuenta la universalidad que nos constituye, el deseo es que este material común pueda ser adaptado a la realidad de cada contexto y a las características y necesidades de destinatarios diversos.
Beatriz Acosta nos recuerda en la presentación del Plan que lo esencial de la formación es contagiar pasión, pasión por la vida y por Dios presente en ella para hacerla cada vez más a su estilo, para hacer este mundo un poco más humano, más solidario, más habitable para todos, y nos invita a alimentar esa pasión haciendo nuestro un estilo y una manera propia de situarnos en la vida y de hacer visible el Evangelio.