Caracas, 27 de Agosto 2015
El Señor su Dios es el Dios de los dioses y el Señor de señores, él es Dios soberano, poderoso y terrible que no hace distinciones, ni se deja comprar con regalos, que hace justicia al huérfano y a la viuda, que ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. Ustedes amen al extranjero porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto (Deut 10,17-19).
Nosotros, religiosos y religiosas en Venezuela, deseamos expresar nuestro dolor y bochorno ante esta situación que viven nuestros hermanos colombianos en la frontera y nos negamos a permanecer indiferentes ante los hechos de violencia que se están generando allí de manera indiscriminada. Hemos visto y escuchado el clamor de nuestros hermanos colombianos que vivían en nuestra tierra y que de forma abusiva han sido expulsados de sus casas y de nuestro país.
Ese clamor, nos hace pedir perdón como venezolanas, venezolanos avergonzados por ese modo de proceder de nuestro gobierno y de las autoridades. Nos duele hondamente cómo en nuestro país se vive un proceso de deshumanización que nos obliga a huir y defendernos de los demás. Un proceso potenciado en forma decidida por la violencia, en todas sus manifestaciones. Esta sigue despojando de su dignidad a miles de hombres y mujeres cada día.
No encontramos palabras para expresar el horror que nos genera las tristes imágenes que hemos visto, los fuertes relatos que hemos escuchado y las desafortunadas palabras con las que han sido tratados nuestros hermanos migrantes colombianos que están en el mayor grado de exclusión y pobreza social, quienes en muchos casos ya han sido víctimas de desplazamientos forzados. Jesús nos recuerda “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” (Mt 25,40).
No es posible guardar silencio ante tamaño atropello a la dignidad de los más pobres. No se puede admitir que el modo de responder a ciertas conductas ilegales por parte de algunos ciudadanos venezolano y extranjeros sea vulnerar las viviendas y las pequeñas propiedades de los más pobres y desvalidos en un acto que tiene fuerte tintes xenofóbicos.
El Papa en múltiples ocasiones se ha pronunciado en defensa de la vida y la dignidad de estos hermanos más débiles. Recientemente el Papa oro diciendo: "Oremos por tantos hermanos y hermanas que buscan refugio lejos de su tierra, que buscan una casa para poder vivir sin temor, para que sea siempre respetada su dignidad". Pero no contento con ello agregó: "Invito a pedir por las personas e instituciones que cierran la puerta a la gente que busca un hogar, que busca una familia, que buscan ser custodiados" (audiencia 17-6-15). Nosotros nos sumamos a ambas peticiones.
Nos proponemos enviar una comisión de religiosos y religiosas que expresen nuestra cercanía con todos y cada uno de ustedes hermanos, dar a conocer nuestra posición en la sociedad venezolana y a sus autoridades, trabajar unidos con la conferencia de religiosos y religiosas de Colombia y con las instancias de derechos humanos vinculadas al tema migratorio. Pero especialmente los queremos encomendar en nuestras oraciones por lo que tendremos una jornada de oración vinculada con la festividad de nuestra Señora de Coromoto Patrona de Venezuela, quien nos enseñó el camino de integración (en la invitación al indio Coromoto a bautizarse), en vez del de exclusión y violencia como modo de responder a las dificultades.
Que el buen Dios que nos hizo una sola patria nos ayude a todos y todas a hacer verdad el sueño de Bolívar que pasa por el respeto a sus hijos más desvalidos.
Los religiosos y religiosas de venezuela