La situación mundial de pandemia que todos estamos viviendo nos ha traído muchos cambios en ritmos de vida, en formas de realizar el trabajo, en maneras de conectarnos y comunicarnos que hacen llegar el afecto y la amistad a lugares y personas distantes. Y también ha dejado al descubierto pobrezas, soledades, vulnerabilidades, necesidades esenciales en salud, alimento, vivienda, abrigo… Y como muchas otras veces, va llegando a todos la calidez de la solidaridad.
En Asunción, Paraguay, la Comunidad de Hermanas, junto a la Red Laical, otros laicos y organizaciones, con las donaciones generosas que reciben, están atendiendo 10 ollas populares que se han formado.
En San Martín 2, Formosa-Argentina, la Comunidad de Hermanas con la Red Laical han formado un fondo común, con el que se compra la mercadería para atender las situaciones más necesitadas. Y acompañan a las personas indocumentadas, que no pueden acogerse a beneficios que el gobierno está entregando.
En Vallenar, norte de Chile, donde estuvo una comunidad de la Compañía de María, la Red Laical continúa la Misión de tender la mano, y están apuntalando la vida amenazada, con alimentos y medicinas.
Y podríamos seguir… y seguir nombrando manos que se unen y tejen solidaridad, laicos y religiosas que se unen en la tarea común de organizar, fortalecer, aliviar, contener, consolar, acompañar… a través de algo material, una palabra, una visita o una oración.