Desde el día 7 de marzo de 2014, nuestra hermana Josefina Herrero descansa definitivamente en manos del Padre. Hemos compartido con ella un largo camino y un importante tramo de la historia de la Compañía de María. Hacemos memoria de su vida y agradecemos su presencia entre nosotras.
La recordamos como la persona que sabe estar: con el buen consejo, con el interés auténtico, con la capacidad de escucha, con la presencia discreta, con esa elegancia humilde que engrandece, que se vuelve ejemplo y genera cariño.
Josefina fue protagonista y testigo de un momento especial para la Iglesia y, sobre todo, para nuestra Orden. A raíz del Concilio Vaticano II, nuestra forma de situarnos como vida religiosa y nuestras estructuras tuvieron que reubicarse. Fue un tiempo enriquecedor pero también complicado, convulso, y difícil. Ella, como General de la Compañía de María, tuvo que tomar decisiones complejas y redefinir rumbos, con lo que todo ello conlleva de responsabilidad, dudas y coste personal. Sin embargo, cómo no recordarla como una mujer entregada y sensible, con su inmensa capacidad para la cercanía y la empatía, pendiente del bienestar de aquéllos que tenía a su alrededor...
Terminado su periodo de gobierno, se situó como una más, desempeñando su labor de educadora con el mismo esmero de siempre, combinando las clases en el colegio con su presencia en el barrio, realizando diferentes actividades en la parroquia. Posteriormente colaboró en distintas Asociaciones que tratan de levantar la dignidad de las personas y hacer este mundo un poco más humano, más justo y solidario.
Nos deja un legado de cercanía y dulzura. Incluso en sus últimos años, y a pesar de su enfermedad, transparentaba su ser en esa sonrisa que deja traslucir una vida colmada, plena, de objetivos cumplidos.
Josefina ha escrito con su vida esa página que le correspondió en la Historia de la Compañía y su recuerdo es para nosotras impulso para continuarla.
Beatriz Acosta Mesa odn
y Equipo General
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