A solo dos días de la llegada del Papa Francisco a Colombia, ya se experimenta con fuerza que, a su paso, renace la esperanza.
Por las calles se le ve repleto de bondad, capaz de trascender protocolos y de acercarse con sencillos gestos a un pueblo que sin lugar a dudas lo quiere y le cree.
Francisco llega en una coyuntura social y política necesitada de la verdad del Evangelio. En las plazas, en los parques y desde los balcones, va pronunciando palabras que nos animan al perdón, a la reconciliación, a la paz.
En los encuentros con los Obispos de Colombia y del CELAM, con las víctimas del conflicto y con los jóvenes, pone a todos de cara al mal histórico y estructural, que nos impide mirarnos como hermanos. Nos llama a superar inequidades e injusticias, a cuidar del planeta, a poner los ojos en la Amazonia, a abrazar la propia vulnerabilidad, como condición para la humanidad.
Bienvenido Francisco, sigue tu peregrinar por esta patria necesitada de la Buena Noticia: de Jesús.