115 años educando en Medellín y 25 del martirio de Teresita Ramírez

Celebramos la vida entregada al servicio de la educación.

28 de febrero | ODN

Hay decisiones que, como semilla pequeña, parecen perderse en la tierra y a veces dudamos de su fecundidad, de su hondura… 

Hay decisiones que marcan la historia y transforman la cotidianidad para resaltar y hacer visible la fuerza del esfuerzo común, de sumar gestos y signos del Reino.

Sí, hay decisiones de mujeres que generan vida y producen frutos, revelan la realización de sueños y proyectos y permanecen en el tiempo para evocar la presencia de Dios, para ir más allá de lo simplemente humano.

El día 28 de febrero hicimos memoria de un grupo de mujeres que, hace ya 115 años partieron de Santa Fe de Bogotá con destino a Medellín, con decisión firme de educar a la mujer. Celebrar y recorrer los hitos históricos nos ayuda a comprender lo que significa ser fiel en lo pequeño, sin perder de vista la meta y el horizonte hacia el que caminamos: favorecer la vida entregando la propia. 

Dentro de esta celebración recordamos de manera especial el martirio de Teresita Ramírez Vargas quien, con su entrega sencilla y gozosa entre los campesinos de Cristales -población del Nordeste Antioqueño-, confirmó la validez de permanecer educando, de estar al lado de los más necesitados y de entregar lo mejor de sí con la certeza de servir a Jesús a través del amor a los hermanos.

Evocar las raíces que nos sustentan y hacer presente, con memoria agradecida, a las personas que donaron su vida por el bien de otras, nos ayuda a apreciar y valorar el momento actual, sabiendo que cada hoy está lleno de nombres que lo han hecho posible; que formamos parte de una cadena ininterrumpida de religiosas y laicos que han sabido afrontar cada momento histórico, realizando los cambios necesarios, dando respuesta a los desafíos que han ido encontrando en el camino, que han sabido correr riesgos y confiar en el Señor, el Dios de la historia.

Compartimos la celebración con personas significativas de la Compañía de María: educadores de distintos momentos de la vida del Colegio, padres de familia, exalumnas de varias generaciones, familiares y amigos… Ha sido motivo de alegría y de gozo sentir los vínculos, generados a lo largo del tiempo: por la vida compartida, por las búsquedas conjuntas y las respuestas halladas, por los valores forjados, y por lo que unidos hemos podido ofrecer a la sociedad para hacer real la educación de la fe al servicio de la justicia. Todo ello nos devuelve la memoria de nuestra identidad y nos desafía a seguir en actitud de búsqueda y apertura para dar respuesta a lo que el mundo de hoy necesita.

Reflexionar a la luz del Evangelio sobre la realidad de lo vivido, sobre las dificultades superadas, los conflictos y situaciones de desconcierto, nos ha ayudado a tomar conciencia de la importancia de seguir estableciendo relaciones fraternas, que impulsen la experiencia de ser comunidad, una comunidad plural y abierta, que favorezca la realización de proyectos educativos que afirmen la dignidad humana, la justicia, la reconciliación, el perdón, la paz y el respeto a la vida. Nos ha ayudado también a renovar el compromiso de suscitar prácticas educativas donde se ejerciten todos los talentos y el liderazgo esté al servicio de Jesús y su Reino.

Tenemos la certeza de que el espíritu de Jesús, el Señor, sigue conduciéndonos por caminos de vida y que María Nuestra Señora mantiene nuestra esperanza y alegría para seguir ofreciendo un camino de educación significativo a la ciudad de Medellín.


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