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“He venido para que tengan vida y vida en abundancia” Jn. 10,10

Mensaje del XIII Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña en Haití.

Noviembre 2015 | ODN

Nos hemos reunido en el XIII Encuentro de Pastoral Afroamericana y Caribeña (EPA), en el Centro de espiritualidad Siloé de los Padres Oblatos, diócesis de Les Cayes, municipio de Camp-Perrin, República de Haití, del 20 al 27 de julio de 2015, más de 200 delegados de Paraguay, Brasil, Ecuador, Colombia, Panamá, Nicaragua, República Dominicana, Cuba, México, Estados Unidos de América y Haití, entre los que estamos laicos, laicas, seminaristas, novicios religiosos, religiosas, sacerdotes religiosos y diocesanos, obispos y el Cardenal Chibly Langlois, Obispo de Les Cayes y Presidente de la Conferencia Episcopal de Haití.

Durante nuestras reflexiones en torno al tema: “El pueblo afroamericano y caribeño protagonista de su historia y su desarrollo humano integral” y bajo el lema “Negritud solidaria, fuerza transformadora”, pudimos constatar que:

  • El racismo, la discriminación, la desigualdad, la exclusión y la pobreza siguen vigentes en la vida del pueblo afroamericano y caribeño, afectando de manera particular a las mujeres, jóvenes, niños y niñas.
     
  • El modelo de desarrollo vigente -economicista, capitalista, extractivista, neo liberal- no permite al pueblo afroamericano y caribeño ser “protagonista” de su propio desarrollo; porque vulnera la seguridad alimentaria, el derecho al agua y a la salud, lo cual afecta de diferentes maneras su calidad de vida.
     
  • Vivimos en territorios geo estratégicos, biodiversos, multiculturales y pluriétnicos.
     
  • Es evidente la alegría de nuestro pueblo, su capacidad de reproducir la vida, la resistencia y la habilidad para vivir con pocos recursos.
     
  • El Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-20025), declarado por las Naciones Unidas, es una oportunidad para promover, proteger y defender los derechos del pueblo afroamericano y caribeño; y lograr el reconocimiento, la justicia, la igualdad y el desarrollo propio sostenible.

Estas realidades nos llevan como Agentes de Pastoral Afroamericana y Caribeña a proponer:

  • Acciones pastorales que conduzcan al pueblo afroamericano y caribeño a vivir el proyecto del Reino de Dios con un gran sentido eclesial y social, según el Evangelio.
     
  • Un modelo de desarrollo propio, que contemple aspectos económicos, políticos, sociales, espirituales, culturales y ambientales, donde se valore a los afrodescendientes como seres humanos capaces de optar por su bienestar.
     
  • Favorecer una economía solidaria y una vida feliz con dignidad. Este modelo prolonga la vida humana, establece relaciones armónicas con la madre naturaleza, procura el equilibrio ecológico, garantiza la existencia de los recursos naturales y la biodiversidad. Construye ciudadanía y democracia plena, establece relaciones de respeto e igualdad entre hombres y mujeres. Contempla la libertad, el desarrollo holístico, sustentado en la identidad dinámica, la capacidad
    de diálogo con otras culturas y religiones, en una relación de igual a igual. 
     
  • Mantener la esperanza y la vida del pueblo afrodescendiente, promoviendo un diálogo permanente entre fe y cultura e implementando un modelo de producción con identidad cultural y conciencia étnica, donde se valoren nuestras prácticas organizativas tradicionales; se promueva el relevo generacional y se fortalezca la etnoeducación.
     
  • Construir y dinamizar una plataforma de Pastoral Afroamericana y Caribeña que permita articular e intercambiar las experiencias de fe y conocer las distintas realidades del pueblo afroamericano y afrocaribeño en nuestros países, cumpliéndose así con los objetivos del Secretariado de Pastoral Afroamericana y Caribeña (SEPAC). 

Las Sagradas Escrituras al igual que el magisterio de la Iglesia nos interpelan para denunciar valientemente los atropellos cometidos contra los afroamericanos y otros grupos vulnerables (Santo Domingo, n. 107). El Documento de Aparecida expresa su preocupación sobre los grupos indígenas y afros, y nos interpela para que como Iglesia nos preocupemos en ayudar a preservar la identidad de los pueblos que emergen como un kairós en la Iglesia y en la sociedad: “La Iglesia defiende los auténticos valores culturales de todos los pueblos, especialmente de los oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza arrolladora de las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad moderna” (DA, n. 532).

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