La playa… otro mundo…

Carmen Castellanos nos cuenta sus vivencias en la comunidad de La Playa, cerca de Tumaco en el Departamento de Nariño, Colombia.

Enero 2014 | Carmen Castellanos Montión, odn (México) | Expériences

No es lo mismo hablar de opción por los pobres que pasar un tiempo real y concreto viviendo entre ellos.

Recuerdo en los años noventa cuando estaba iniciando la etapa del juniorado como vibraba mi corazón al escuchar la narración de experiencias de religiosos y religiosas que en países latinoamericanos vivían en sitios de extrema pobreza. Con frecuencia me surgía el deseo de vivir en algún lugar como esos.

Con los años se fueron debilitando las expresiones de las pinceladas de Teología de la Liberación en México y junto con ello los envíos que me dio la Compañía de María a proyectos de la Provincia de México, en los que efectivamente me encontraba con personas necesitadas a diferentes niveles, pero jamás me encontré en medio de un pueblo que viviera extrema pobreza.

Hace cuatro meses la Madre General, Beatriz Acosta, me envió a colaborar en la misión de la Provincia Colombia-Perú. En el programa de actividades a realizar en este tiempo tuve la oportunidad de vivir dos meses en un sitio muy pobre, llamado, La Playa, cerca de Tumaco en el Departamento de Nariño, Colombia.

Una población mayoritariamente afroamericana, la pesca y la agricultura son sus principales fuentes de empleo, dependen del mar para trasladarse a la ciudad más cercana que es Tumaco. Utilizan el agua de lluvia para consumo humano y de limpieza. Solo tienen algunas horas el servicio de energía eléctrica, el cual se suspende en el momento menos pensado. Sus casas son de madera, edificadas muchas de ellas sobre el fango y la humedad, por todos lados se observa la pobreza.

En este sitio la Comunidad de la Compañía de María realiza su misión educativa en un colegio público al que acuden niños y jóvenes que recibe educación de pre-escolar hasta bachillerato. Se puede decir, que el colegio es el lugar central del barrio, importante no solo por sus instalaciones sino por el valor que cada habitante le da. Si por ellos fuera pasarían gran parte del día allí. 

Durante dos meses pude compartir con la gente de La Playa algunas actividades educativas, religiosas y festivas que me ayudaron a entrar en contacto con:

1. La Universalidad de la Compañía de María:

Las nacionalidades de las que integramos ese tiempo la comunidad: colombiana y mexicana. Cada una iba manifestando elementos propios de su identidad cultural a través de los momentos de oración comunitaria, cuidado de la casa, diálogos, festividades.
Durante este tiempo pude captar la riqueza que trae a la Compañía la vivencia intercultural y el respeto a lo diferente. La comunidad de La Playa está muy distante del resto de comunidades de la Provincia, las cuales se hacían presente a través de los medios de comunicación a los que la comunidad tenía acceso, creándose una dinámica reciproca de contacto al menos virtual.

2. Conocimiento de la cultura afroamericana
Esta es la primera vez que estoy cerca de la cultura afroamericana. Mi deseo constante fue encontrarme con ella desde una actitud de profundo respeto, reconociendo sus valores culturales que poco a poco fui captando desde el momento que abordamos la lancha que nos llevaría de Tumaco a Salahonda y de ahí al barrio de La Playa donde está inserta la comunidad.

El contacto con la gente a través de actividades educativas y religiosas me hizo dar cuenta que son personas de gran fortaleza, basta mirar las condiciones de pobreza en la que viven, expuestos a las inclemencias del tiempo y a la escasez de lo elemental.
En algunos momentos al ver ciertas actitudes de la gente me hacía recordar la frase “a cada día le basta su afán” ya que parece que solo les preocupa lo necesario para pasar el día, por tanto si queda algo para el futuro bueno si no ya se verá.
Tienen un fuerte sentido religioso especialmente en los momentos festivos donde invierten el tiempo cantando los arrullos tradicionales desde tempranas horas del día. Su principal fiesta es al Señor del Mar.

3. La educación formal unida a la popular
La comunidad de hermanas desde los inicios de la fundación ha sido muy valorada por los habitantes de este pueblo a ellas acuden cada vez que lo necesitan.
Me parece que la Compañía de María ha elegido la manera de ayudar a niños y jóvenes a través de la educación formal. No hay mejor trabajo que prepararlos para la vida digna y profesional y celebro que la Provincia Colombia – Perú invierta una parte de sus recursos materiales y humanos en esta realidad.

Que me queda en el corazón.
Agradecimiento:
A Dios que realiza su acción salvadora con los que más lo necesitan
A la Compañía de María por darme la oportunidad de colaborar en esta obra educativa
A la gente de La Playa por dejarme ver de cerca su forma de vivir la vida.
 

Carmen Castellanos Montión, odn: México

 
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2 Comentarios

Ma. Josefina Domínguez dice:
Hola Carmen. Hasta ahora he visto tu artículo. Me parece muy bueno, me da gusto que hayas pasado ese tiempo viviendo y experimentando la pobreza de la gente afroamericana. Agradezco al Señor tu experiencia que nos enriquece a todas. Un abrazo desde tu tierra.
Rocío Hernández dice:
Gracias por compartirnos esta experiencia, el paso de Dios en tu vida a través de los demás. Saludos desde México.

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